Arween Crissaegrim

Escuché unos golpes en la puerta de mi despacho, por lo que me envaré y troté grácilmente hasta allí. Sonreí a la joven que tenía frente a mí, y con un asentimiento de la cabeza la dejé pasar. Acomodé mis cabellos sueltos detrás de mis orejas y me senté en uno de los sillones de caoba negra.

Miré directamente a los ojos de la muchacha.

—Bienvenida al Olimpo. Imagino que has venido hasta aquí debido a que quieres formar parte de mi reino —mi rostro se tornó serio—. Debes saber que juzgo a las personas con total sinceridad, y sólo acepto a aquellas que son dignas de ser aceptadas. Ahora dime, ¿por qué quieres vivir entre los bosques?

Una mujer hermosa, de rasgos salvajes pero dulces me recibió. Por sus palabras entendí que era la Diosa.Mis respetos, Diosa. Saludé cordialmente. No esperaría otra cosa, de usted. Dije segura y firme. Contestando a su pregunta, creo que entre los bosques puedo ser yo misma. Vivir bajo unas normas pero libre. Poder convivir con todas las demás criaturas en perfecta armonía. Cuidar de los árboles y demás plantas de los bosques. Sentir la brisa al anochecer y disfrutar de los primeros rayos de sol traspasar cual velo entre los árboles. Oler la libertad y acariciar todas las texturas que los bosques ofrecen. Mi respuesta fue sincera. Llevaba décadas soñando con vivir en los bosques. Con sentir todo lo que acababa de expresas con palabras y más aún.

Asentí, y curvé levemente mis labios en una sonrisa.

—Está bien —acepté—. Muestras respeto y amor por los misteriosos mundos salvajes. Aprecio eso. Ahora, cuéntame de ti. ¿Cómo eres? ¿Qué es lo que más anhelas? ¿Qué te agrada hacer? Contesta con sinceridad.

Me tranquilicé un poco al escuchar las palabras de mi Señora. Cerré los ojos durante unos segundos y los abrí, preparada para contestar a todas sus preguntas. Soy tranquila, alegre, con un gran espíritu libre y anhelo eso, la libertad. Me gusta vivir en armonía y ayudar a todos aquellos que me necesiten. Otra cosa que anhelo es ser una criatura más dentro de un hermoso reino, como lo es el suyo. Quiero sentirme querida e integrada en un aquelarre, en un Reino. Trague una pequeña bocanada de aire y sonreí calidamente. Me gusta bailar, cantar, cultivar la tierra y protegerla. Me encantan las crías de cualquier criatura dulce y bondadosa y contarles una gran variedad de historias. Me gusta tocar los árboles y sentir su espíritu. Que es él mismo que el mi... el de la libertad. Dicho todo aquello volví a cerrar los ojos y una tímida y esperanzadora sonrisa se formó en mi rostro imaginándome viviendo en ese reino.

El silencio reinó en la sala durante unos minutos. Observaba con detenimiento a la muchacha, pensando a dónde la enviaría. Había demostrado ser bastante digna de habitar mis tierras, y su espíritu parecía caracterizarla. Sonreí cuando, en su sonrisa, noté qué especie concordaría perfectamente con ella.

—Felicidades —solté de pronto—. Has demostrado ser portadora de un alma destinada a estar entre los bosques. Por esa razón, se te ha concedido la entrada a mi reino. En este mismo segundo, tengo frente a mi a una futura Elfa.

Sonreí nuevamente, y me levanté. Asentí con mi cabeza, y observé cómo lentamente la joven desaparecía. Momentos luego llegaría a un sector del bosque al azar, y estaría lista para comenzar con su nueva vida.

Serás capaz de vivir en cualquier sitio donde desees, excepto en el reino de las nieves, donde te sentirás débil y sin fuerzas. Aprenderás la lengua animal. Sabrás utilizar tu magnífica voz para cantar a las plantas, y revivirlas en el caso de que estén muertas. Serás más rápida de lo normal en tu especie, y te convertirás en una exelente espadachina.

1. Adaptación.
2. Lengua Animal.
3. Revivir Vegetación.
4. Rapidez.
5. Espada.