Scarlett Shales.

Me sentía algo nerviosa. Mi estancia en el limbo me había parecido más que eterna, y ya quería hablar con la Diosa Artemisa para que ella me designara a alguna especie que concordara con mi manera de ser. Me acerqué con pasos seguros hacia la puerta de lo que me habían comunicado era el despacho, y toqué suavemente con mis nudillos.

Mientras esperaba que me abrieran, observé el lugar. Era increíble. Me trasmitía una sensación única de paz, y eso hacía que una veneración inmensa hacia él naciera dentro de mí. Suspiré, y me giré nuevamente hacia la puerta. Estaba decidida; conseguiría lo que quería.

Escuché unos suaves golpes en la puerta, y clavé mi vista en ella. Con un gesto de la mano, logré que el viento abriera dicha puerta y dejara a la vista a una muchacha de aspecto entre nervioso y decidido. Sonreí levemente para darle más confianza.

—Bienvenida, querida. Imagino que estás aquí para tener una entrevista conmigo, y así habitar el reino de los magníficos bosques —. Señalé con mi cabeza el sillón que estaba frente a mí, indicádole a la muchacha que se sentara allí—. Cuéntame porqué quieres estar en el reino de los salvajes, siendo los demás igual de hermosos.

Me sorprendí cuando la puerta se abrió sola. Di un paso al frente para entrar en la estancia, y me maravillé con el interior. No era extravagante, pero aún así era bellísima. Y lo mismo podría decir de la mujer que estaba sentada en uno de los sillones, y que imaginé era la Diosa Artemisa. Las descripciones que me habían dado sobre su belleza salvaje no eran nada comparadas con la realidad.

—Buenas, mi Diosa —saludé, sonando lo más cordial posible—. A eso es lo que vengo —asentí, y caminé hasta sentarme en el lugar que ella me había indicado. Escuché con atención su pregunta—. Pues, no veo en los demás reinos la libertad que veo en el suyo. Mi alma es libre y necesita sentirse así. No podría realizar todas las cosas que deseo estando en los demás reinos. Su manera de gobernar me agrada, y en los bosques me siento como si estuviera destinada a estar allí. Además, usted misma lo dijo; los bosques son un lugar magnífico —había contestado con total sinceridad, y esperaba que Artemisa lo notara.

Me quedé en silencio, esperando su respuesta.

Sonreí y asentí ante sus palabras.

—Demuestras amar realmente a los Bosques, eso lo aprecio de verdad. No puedes vivir en un lugar al que no amas, pues eso no sería correcto—. Me acomodé en mi lugar, y clavé mi vista en sus ojos—. Ahora dime, querida; has dicho ser portadora de un alma libre. Quisiera saber más respecto a eso. Además, debo saber cuáles son tus deseos, tus más profundos deseos, y qué es lo que más te gusta hacer.

—Realmente amo a los Bosques, mi señora —asentí, sonriente. Escuché atentamente sus preguntas, y pensé cómo responderlas. Tardé un poco en hablar, pero cuando finalmente lo hice lo más segura que pude—. Soy un alma libre; no me agrada mucho estar atada a minuciosas reglas. Quiero vivir mi vida, pero no haciendo locuras. Soy bastante liberal. Creo que soy similar al viento; voy y vengo a donde me plazca. Creo que todos tienen el derecho de vivir su vida tal y como quieren. Siempre busco e intento tener lo que quiero. Cuando me propongo algo, no hay nada que me lo saque de la cabeza. Me gusta mucho pintar, escribir y escuchar música. Cantar también me agrada bastante, porque haciendo esas cosas logro ser realmente quien quiero ser.

Tomé un respiro, y sonreí.

—Mi más grande deseo es poder ser quien soy sin tapujos. Detesto tener que fingir.

Curvé mis labios en una sonrisa. Ya estaba segura de qué sería esta muchacha.

—Demuestras ser digna de habitar en el Reino Bosques. Serás una increíble Ninfa. No vivirás en ningún sitio determinado. Serás una viajera. Adorarás a la naturaleza, con todo tu corazón salvaje.

Me paré, observando cómo el cuerpo de la joven se desvanecía. Pronto aparecería en un lugar al azar del bosque, y estaría lista para comenzar su nueva vida.

Serás capaz de correr a gran velocidad, y con una agilidad única incluso entre las de tu especie. Serás increíble en el manejo del arco, y tu voz será capaz de encantar a todo ser viviente, exceptuando a las de tu propia especie. No sabrás nadar, aunque podrás mantener la respiración durante mucho tiempo. Controlarás las ráfagas de aire a tu parecer, aunque sólo si son pequeñas. Serás capaz de adaptarte a cualquier ambiente que desees.

1. Velocidad y Agilidad.
2. Arco.
3. Voz Encantadora.
4. Control del Aire Limitado.
5. Adaptación.